El diseño de moldes es una disciplina de ingeniería crítica en el moldeo por inyección, especialmente para termoplásticos de alto rendimiento como el poliamida 66 (PA66) y sus variantes reforzadas con fibra de vidrio. Comprende la planificación sistemática de la geometría del molde, los sistemas de enfriamiento, alimentación, ventilación y mecanismos de expulsión para garantizar la calidad de la pieza, la eficiencia de producción y la durabilidad del molde. Para materiales como el PA66 con 25 % de fibra de vidrio (GF25), los diseñadores deben considerar la naturaleza abrasiva de las fibras, lo que exige el uso de materiales resistentes al desgaste, como aceros endurecidos (por ejemplo, H13) o tratamientos superficiales para mitigar la erosión. El diseño de la compuerta—ya sea puntual, submarina o sistema de canal caliente—afecta la orientación de las fibras y las líneas de soldadura, influyendo en propiedades mecánicas como la resistencia a la tracción y al impacto. Los canales de enfriamiento deben optimizarse para gestionar la conductividad térmica y evitar deformaciones, ya que el PA66 GF25 tiene un punto de fusión alrededor de 260 °C y temperaturas recomendadas del molde entre 80 y 120 °C. El comportamiento de contracción, típicamente entre 0,2 % y 0,5 % en dirección de flujo y entre 0,5 % y 0,8 % en dirección transversal debido al refuerzo con fibra, requiere ajustes dimensionales precisos. Los sistemas de expulsión deben evitar dañar la pieza, utilizando placas desmoldadoras o asistencia de aire para geometrías complejas. La ventilación es esencial para eliminar atrapamientos de aire y quemaduras, empleando frecuentemente microventilaciones o insertos porosos. Herramientas avanzadas de simulación ayudan a predecir el flujo, el enfriamiento y la integridad estructural, reduciendo los ciclos de prueba. En industrias como la automotriz y la aeroespacial, el diseño de moldes debe cumplir con las necesidades de producción en gran volumen y con normativas, destacándose la colaboración entre científicos de materiales e ingenieros para abordar retos como el comportamiento anisotrópico y la estabilidad térmica. En definitiva, un enfoque integral que combine propiedades del material, parámetros de procesamiento y requisitos de uso final es fundamental para lograr un rendimiento constante y rentabilidad en componentes moldeados.