Un buen aislamiento térmico se refiere a materiales y sistemas que resisten eficazmente el flujo de calor, caracterizados por una baja conductividad térmica (valor k o lambda) y una alta resistencia térmica (valor R). El principio fundamental es minimizar la transferencia de calor por conducción, convección y radiación, reduciendo así el consumo de energía para calefacción y refrigeración, mejorando el confort de los ocupantes y previniendo problemas como la condensación. Un material que proporciona un buen aislamiento tiene normalmente un valor k muy inferior a 0,1 W/m·K; ejemplos incluyen el poliestireno expandido (EPS, ~0,033 W/m·K), la lana mineral (~0,035 W/m·K) y la espuma de poliuretano (~0,025 W/m·K). Sin embargo, el rendimiento no está definido únicamente por la conductividad. Otros factores críticos incluyen la estabilidad a largo plazo, la integridad dimensional frente a ciclos térmicos y exposición a la humedad, la resistencia al fuego, la resistencia a la compresión y el impacto ambiental. Por ejemplo, un buen material aislante no debería asentarse ni degradarse con el tiempo, ya que esto crearía huecos y anularía su eficacia. En la ciencia de la edificación, un buen aislamiento forma parte de una capa continua e incomprimida dentro del envolvente del edificio, instalada cuidadosamente para evitar puentes térmicos en las uniones, alrededor de ventanas y en las penetraciones estructurales. Este concepto va más allá del aislamiento convencional en masa, e incluye sistemas reflectantes y aerogeles avanzados para aplicaciones especializadas. La calidad del aislamiento también se evalúa según su perfil de sostenibilidad, incluyendo la energía incorporada, el potencial de calentamiento global (GWP) y la reciclabilidad al final de su vida útil. En definitiva, lograr un buen aislamiento térmico es un enfoque a nivel de sistema que implica seleccionar el material adecuado para la aplicación específica, el clima y el tipo de edificio, garantizar una instalación correcta e integrarlo con otros componentes del edificio para crear una estructura de alto rendimiento, duradera y eficiente energéticamente que cumpla con objetivos tanto económicos como medioambientales.