Una troqueladora, en el contexto del procesamiento de plásticos y polímeros, es una máquina utilizada para cortar, punzonar o conformar formas a partir de láminas, películas plásticas o, en ocasiones, perfiles extruidos más blandos, utilizando una herramienta endurecida conocida como troquel. El proceso consiste en presionar el troquel, que tiene un perfil afilado con forma de cuchillo correspondiente a la figura deseada, a través del material mediante fuerza hidráulica o mecánica. Este método se diferencia del serrado o del fresado y resulta altamente eficiente para la producción en gran volumen de piezas idénticas. Existen varios tipos de troquelado, incluyendo el sistema de banco plano (flatbed), en el cual el material se coloca sobre una superficie plana y el troquel se presiona hacia abajo, y el sistema rotativo, donde un troquel cilíndrico gira contra un rodillo contracuchilla, ideal para materiales flexibles en rollo continuo. Los propios troqueles pueden fabricarse a medida en acero endurecido para una larga vida útil en producción masiva, o bien en materiales más económicos y afilados para tiradas más cortas. El troquelado es conocido por su velocidad, consistencia y capacidad de producir formas complejas en una sola pasada. Sin embargo, su aplicación generalmente se limita a plásticos blandos y más flexibles o no tejidos, ya que el corte de polímeros rígidos reforzados con fibra de vidrio, como el PA66 GF30, desgastaría rápidamente los filos de corte y no sería rentable. En la fabricación de componentes para sistemas de rotura térmica, el troquelado podría utilizarse para producir juntas, sellos o películas protectoras a partir de materiales como EPDM, silicona o PVC. Las principales ventajas son la excepcional alta productividad y la mínima pérdida de material (kerf), lo que lo convierte en una opción económica para operaciones secundarias específicas y de alto volumen dentro de un flujo de fabricación más amplio orientado a la creación de sistemas completos de carpintería aislada.